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El piojo de la cabeza (Pediculus humanus capitis) es una criaturita altamente adaptable que puede encontrarse en cualquier parte del mundo. Las infestaciones por este insecto pueden presentarse en individuos de cualquier nivel socioeconómico, siendo mucho más frecuentes en población infantil. Curiosamente, los niños son menos susceptibles a la infestación respecto a las niñas (extrapolable a adultos). Del mismo modo, los pacientes  de piel negra se afectan con menor frecuencia (se cree que los piojos tendrían más dificultades en infestar ese tipo de pelo). Y no: no parece haber ninguna relación entre la longitud del cabello (a no ser que vayas completamente rapado).

El mecanismo de contagio sigue sin estar del todo claro. Bueno, el contacto directo sigue siendo fundamental, pero persiste la controversia acerca del papel de determinados objetos en la transmisión de los piojos. Algunos estudios y el sentido común sugieren que compartir toallas, peines, etc. podrían contribuir al contagio pero otros estudios no llegan a las mismas conclusiones.

Pero conozcamos un poco más al bicho en cuestión. El piojo de la cabeza es un insecto de 3-4 mm (la hembra es discretamente mayor que el macho). Ambos sexos están equipados con todo lo necesario para succionar sangre y con unas patas adaptadas para agarrarse al pelo. El periodo vital de un piojo hembra es de alrededor de 1 mes, a lo largo del cual pondrá de 7 a 10 huevos cada día, cementándolos firmemente a la base de un pelo. Los huevos (o liendres) son unas cápsulas ovaladas que eclosionan en 8 días, liberando ninfas que madurarán en unos 8 días. Un piojo adulto puede sobrevivir hasta 55 horas sin una “víctima” de la que alimentarse. Ah! Y los piojos no saltan como las pulgas ni son capaces de usar animales como vectores (no vale echarle la culpa al perro).

Puede sonar raro, pero la mayor parte de infestaciones por piojos son asintomáticas. Es sorprendente como algunos niños pueden albergar gran cantidad de fauna en su cabeza y estar tan panchos. El picor del cuero cabelludo, cuello y zona retroauricular constituye una reacción alérgica a la saliva del piojo (nos chupan la sangre y encima nos escupen, malditos…), la cual es inyectada durante la alimentación. No es infrecuente la presencia de adenopatías cervicales, o incluso episodios febriles asociados a una infección estafilocóccica secundaria.

El diagnóstico se basa en la visualización de piojos vivos. Las liendres se observan con mayor frecuencia que los parásitos adultos, pero hay que tener en cuenta que el hecho de observar liendres sin piojos no significa necesariamente que exista una infección activa, ya que las liendres pueden persistir durante meses después de un tratamiento exitoso. En un estudio sobre más de 1.700 escolares, el 1,6{118421609d24b543823369ae85a77c9bb3f8858f0328a5671eb0aaf2f085da66} resultaron tener piojos mientras que en un 3,6{118421609d24b543823369ae85a77c9bb3f8858f0328a5671eb0aaf2f085da66} se detectaron sólo liendres. A lo largo de 2 semanas sólo el 18{118421609d24b543823369ae85a77c9bb3f8858f0328a5671eb0aaf2f085da66} de éstos (los de las liendres) pasaron a tener infestación activa.

 

FALSOS MITOS

  1. Los piojos pueden afectar a cualquiera, independientemente de sus hábitos higiénicos. Otra cosa es que las condiciones de hacinamiento favorezcan el contagio.
  2. Los adultos también pueden tener piojos.
  3. Los piojos no saltan de una persona a otra.
  4. Las niñas de pelo largo no tienen piojos más frecuentemente que las de pelo corto.
  5. Las niñas tienen más probabilidad de tener piojos que los niños.
  6. Los niños y niñas de piel negra se ven afectados por piojos menos frecuentemente que los blancos.
  7. La mayoría de niños con piojos no presentan ningún síntoma.
  8. Los animales no pueden transmitir piojos (basta ya de darle la culpa al gato).
  9. Los piojos no viven indefinidamente fuera de su huésped (55 horas).
  10. La presencia de liendres sin que se evidencien piojos vivos no significa una infestación activa.

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